En diálogo con Ámbito, el coordinador de “Argentina Productiva 2030” explicó cómo será el plan de desarrollo industrial, productivo y tecnológico a largo plazo. El objetivo es generar empleos registrados y reducir la pobreza.
A finales del mes de marzo pasado, el Gobierno nacional presentó “Argentina Productiva 2030. Plan de Desarrollo Productivo, Industrial y Tecnológico de Argentina”, un programa del Ministerio de Producción que tendrá como objetivo la implementación de un plan de desarrollo económico federal que aspira a generar 2 millones de puestos de trabajo formales en el sector privado, reducir en 9 millones la cantidad de pobres y crear 100.000 empresas registradas.
La iniciativa la encabeza Daniel Schteingart, actualmente director del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) . En diálogo con Ámbito, el responsable de coordinar este proyecto dio detalles sobre el trabajo realizado en los primeros meses y explicó cómo será el proceso para generar empleo registrado y aumentar la productividad de las empresas nacionales.
Periodista: ¿Cuál es tu expectativa de la convocatoria para encabezar el programa “Argentina Productiva 2030”?
Daniel Schteingart: La expectativa es empezar a trazar un camino a largo plazo, consensuado y hacerlo de forma realista. El “Programa Argentina Productiva 2030” se propone siete grandes objetivos generales para 2030 que generan un gran entusiasmo. Con este plan queremos crear 2 millones de puestos de trabajo registrados privados, reducir la pobreza en 9 millones de personas, crear más de 100.000 empresas nuevas, descentralizar el aparato productivo (apuntando a que al menos el 70% de los nuevos empleos se generen fuera del AMBA), reducir la desigualdad de ingresos a los niveles más bajos de los últimos 50 años, disminuir el impacto ambiental derivado de las actividades productivas y reducir las brechas de género en el entramado productivo, buscando que al menos el 50% de los nuevos empleos formales sean femeninos.
Para lograr esos grandes objetivos el plan se propone diez grandes ejes de trabajo, lo que llamamos “misiones productivas”. Eso implica dialogar mucho, conciliar metas y urgencias en un momento bisagra para el país. Si podemos consensuar la hoja de ruta productiva para el resto de la década, podemos pensar en una Argentina que retorne a la senda de la movilidad social ascendente y que se aproxime a los mencionados objetivos. Transformar la estructura productiva será determinante de las posibilidades económicas y sociales del país del futuro, por eso es tan importante este Plan.
P.: ¿Cuál es el desafío de Argentina Productiva 2030, en tanto proyecto de construcción de futuro para Argentina?
D.S.: La construcción de futuro implica primero lograr coincidencias, y creo que el objetivo de sacar a 9 millones de argentinos y argentinas de la pobreza es una meta a la que todos los sectores aspiran. En segundo lugar, modernizar la matriz productiva es un objetivo central para ese futuro en el que ya estamos y sobre el que esta gestión viene trabajando muy duramente a través de, por ejemplo, 150 políticas de financiamiento y apoyo a la producción, que abarca a todos los sectores productivos. El Plan también se propone en una de sus misiones la generación genuina de divisas a partir de la duplicación de las exportaciones para 2030, ya que buscamos que contribuya a estabilizar la macroeconomía. Desde los ’40 para aquí, casi todas las crisis económicas se produjeron por la falta de divisas del sector externo. Queremos pasar de exportar 87.000 millones de dólares en bienes y servicios en la actualidad a 174.000 millones para 2030.
Apuntamos al desarrollo exportador de todos los sectores productivos como agro, industria, servicios basados en el conocimiento, entre otros. Pero una parte muy importante de esa duplicación de exportaciones la van a aportar la energía y la minería, en donde estamos viendo procesos inversores muy importantes de la mano de Vaca Muerta, el hidrógeno verde, el litio y el cobre. Esos procesos van a madurar en la segunda mitad de la década y van a habilitar un salto cualitativo en las exportaciones, de varias decenas de miles de millones de dólares. El turismo, que parte de un nivel bajo por la pandemia, también va a tener una gran recuperación en los años que se vienen y van a ayudar a alcanzar el objetivo de duplicar las exportaciones.
P.: ¿De dónde surge la idea de Argentina Productiva 2030? ¿Se usó como base algún modelo ya aplicado?
D.S.: En la última década, y después de la hegemonía promercado de fines del siglo pasado que decía que “la mejor política industrial es aquella que no existe”, el interés por las políticas productivas y de planificación resurgió con fuerza en los países industrializados, sobre todo a partir de la crisis financiera de 2008-9. Países como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Francia vienen trabajando sobre planes productivos y tecnológicos hace rato, con mucho interés por reforzar capacidades industriales -algunas de las cuales fueron deteriorándose por el auge asiático- y con un foco creciente en la transición hacia economías más verdes. En los países emergentes, como China o India, nunca dejaron de implementar planes quinquenales, que apuntan a transformar sus estructuras productivas para mejorar la calidad de vida de su población. En el caso de China, hay una apuesta fortísima por la digitalización, la industria 4.0, la I+D y también la reducción de los impactos ambientales de las actividades productivas, por ejemplo en lo que concierne al cambio climático.
Conociendo este contexto internacional es que desde el inicio de la gestión tuvimos la idea del Plan Argentina Productiva 2030. La pandemia alteró el escenario inicial. Fue un cisne negro que obligó a cambiar nuestros planes y a poner el grueso de los esfuerzos en evitar un colapso productivo, con medidas como por ejemplo el ATP, que alcanzó a más de la mitad de las empresas del país.
Con la economía ya mayormente recuperada de los daños de la pandemia y el panorama financiero más claro tras la renegociación de la deuda con los privados y con el FMI, creemos que es el momento indicado para lanzarlo. De todos modos, y a pesar de la pandemia, en los últimos dos años venimos trabajando incansablemente en iniciativas de largo plazo y que son pilares fundamentales del plan: desde la creación de sectores productivos nuevos como el cannabis medicinal y la movilidad eléctrica (ambos con proyectos de ley enviados al Congreso); la mejora de marcos regulatorios existentes (como el de economía del conocimiento, con ley nueva desde 2020, el de compre nacional y el automotriz); la federalización de la producción (a partir del relanzamiento del financiamiento a los parques industriales); el desarrollo exportador (a partir de la baja de retenciones para pymes y bienes manufacturados finales); los encadenamientos productivos (a partir del Programa de Desarrollo de Proveedores) o el desarrollo productivo verde (a partir del lanzamiento del Plan de Desarrollo Productivo Verde en julio del año pasado) con ejes en el fomento a la economía circular, la capitalización de la empresa IMPSA, el fomento al hidrógeno verde y el financiamiento para proyectos de economía del conocimiento que provean soluciones ambientales.
P.: ¿Cómo se conformó el equipo de trabajo?
D.S.: Es un equipo mixto e interdisciplinario del sector público y privado (con personas que estudiaron ciencias económicas, ingenierías, ciencias ambientales, ciencias de datos, ciencias sociales, etc.). Hemos lanzado una convocatoria federal de perfiles técnicos para que se sumen al Plan, lo cual nos permite tener además una mirada que dé cuenta de la diversidad territorial de nuestro país.
Misiones productivas: los puntos centrales del programa
P.: En su hoja de ruta, Argentina Productiva 2030 habla de “misiones productivas” como ejes. ¿Qué son y de qué se trata?
D.S.: El enfoque de políticas “orientadas por misiones” parte del supuesto de que en el siglo XXI necesitamos responder a grandes desafíos económicos, tecnológicos, sociales y ambientales y que las misiones ayudan a resolverlos. Esos problemas ya no pueden ser entendidos sólo como económicos y tecnológicos: son también sociales y ambientales en sentido amplio. Pensemos por ejemplo en el calentamiento global, en el acceso a la salud, en la seguridad nacional: en todos estos casos podemos atender a estos desafíos movilizando el aparato productivo, científico y tecnológico nacional. Se trata de un concepto popularizado por la economista italiana-estadounidense Mariana Mazzucato, y que hoy guía las políticas públicas en diferentes países.
Algo que es clave de todas las misiones es que todas deben tener indicadores cuantitativos de desempeño (por ejemplo, puestos de trabajo generados en el sector x, emisiones de gases de efecto invernadero del sector y, balanza comercial del sector z, etcétera) de aquí a 2030, para poder monitorear si los objetivos se están cumpliendo.
En Argentina Productiva 2030, las misiones productivas son diez y podría resumirlas así:
Desarrollar la economía verde para una transición ambiental justa, impulsando la producción nacional de equipamiento para las energías limpias, fabricando electrodomésticos de mayor eficiencia energética o incentivando el reciclado y la economía circular;
Producir más bienes y servicios ligados a la salud para garantizar el acceso equitativo al sistema sanitario nacional. Por ejemplo produciendo nacionalmente vacunas, equipamientos médicos y desarrollando el cannabis medicinal;
Impulsar la movilidad del futuro con productos y tecnologías nacionales, por ejemplo produciendo vehículos eléctricos;
Equipar a las fuerzas armadas y de seguridad con mayor producción nacional de alta tecnología con la producción de buques y drones, entre otros;
Adaptar la producción de alimentos a los desafíos del siglo XXI, por ejemplo desarrollando la biotecnología, el agro 4.0 y la producción de proteínas tanto animales como vegetales;
Digitalizar empresas y hogares para aumentar las capacidades tecnológicas del país, desarrollando la economía del conocimiento y la industria 4.0;
Desarrollar el potencial minero argentino con un estricto cuidado del ambiente, con acciones como el incentivo a la producción de minerales metalíferos y no metalíferos y de litio y reduciendo el impacto ambiental de las actividades;
Modernizar y crear empleos de calidad en los sectores industriales tradicionales, capacitando a las y los trabajadores e incorporando nuevas maquinarias, diseños y materiales en ramas como textil, indumentaria, calzado, juguetes o muebles;
Potenciar encadenamientos productivos a partir del sector primario para generar más fuentes de empleo, a través del desarrollo de la maquinaria agrícola, de los bienes de capital para minería e hidrocarburos, de la industria naval o de la producción de celulosa y papel;
Duplicar las exportaciones para hacer sostenibles las mejoras sociales y económicas, incentivando a todos los sectores de la economía. Esto último es fundamental ya que para bajar la pobreza y crear empleos necesitamos que la economía crezca, y para que la economía crezca requerimos exportaciones para financiar el aumento de las importaciones derivado del crecimiento. Por cada 1% que crece la economía hoy se crean alrededor de 45.000 puestos de trabajo formales privados, pero también por cada 1% que crece la economía las importaciones suben en 2%. Resolver ese problema de divisas requiere sí o sí que exportemos más, además de sustituir eficientemente algunas importaciones, por supuesto.
Las uniones industriales de las provincias, en alerta en pos de garantizar suministros de gas para sostener la producción.
Las uniones industriales de las provincias, en alerta en pos de garantizar suministros de gas para sostener la producción.
P.: ¿Hay una fecha de inicio del programa establecida? ¿Cómo sería ese puntapié inicial?
D.S.: Este plan ya está en marcha. El Ministerio de Desarrollo Productivo, como te decía antes, despliega todos los días 150 herramientas de apoyo a la producción y el trabajo a través de con financiamiento, líneas de crédito y programas para parques industriales, por ejemplo. Estas herramientas son clave para modernizar, transformar y hacer más eficiente la producción en todo el país, con una mirada federal, sabiendo que una de las grandes desigualdades que tiene Argentina, además de la de ingresos y la de género, es la territorial, y que queremos revertir.
El lanzamiento que hicimos hace unas semanas en el CCK responde a la necesidad de convocar a los sectores productivos nacionales para empezar por el acuerdo, el consenso y la cooperación esenciales para desafíos como los que vivimos todos los días. Para eso iniciamos mesas de trabajo en las 24 provincias, yendo literalmente de Ushuaia a La Quiaca, para trabajar el Plan con los diferentes actores productivos. Estas mesas de trabajo son clave, ya que nos permitirá identificar más finamente nuevas herramientas de políticas productivas a implementar y construir detalladamente los indicadores cuantitativos que nos proponemos para 2030 en cada una de las misiones. Si bien tenemos una mirada sobre eso, creemos que es fundamental poder validarla y enriquecerla con aportes del mundo de la producción, el trabajo y la sociedad civil.
Desarrollo a largo plazo y el potencial federal de la economía argentina
P.: El plan será transversal a varias gestiones gubernamentales de acá a 2030. ¿Cuál es la expectativa y el desafío en ese sentido, para darle continuidad y sostener el proyecto?
D.S.: Un plan que trascienda los signos políticos y los gobiernos es una demanda social recurrente en nuestro país. Confiamos en un plan de alta consistencia técnica, participativo y que atienda a la diversidad de desafíos productivos y sociales que tiene nuestro país, para que pueda sostenerse en el tiempo, independientemente de quién esté en la gestión.
Si bien suele haber muchas “grietas” en diversas cuestiones de la discusión pública, hay muchos temas en los cuales hubo grandes consensos entre las diferentes fuerzas políticas: el software hoy bate récords todos los meses porque Néstor Kirchner impulsó una ley de promoción en 2004, que fue reemplazada por una nueva ley de economía del conocimiento durante el gobierno anterior, que a su vez fue mejorada en 2020 durante la actual gestión. Vaca Muerta bate récords todos los meses porque después de la estatización de YPF en 2012 el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner le dio gran impulso, el cual fue consolidado durante el gobierno anterior -aunque es cierto que con menor protagonismo de YPF- y, desde 2020, cobró nuevo dinamismo de la mano del Plan Gas que hemos puesto en marcha.
Estos dos ejemplos de dos sectores estratégicos muestran que sobre ciertas cuestiones las grandes fuerzas políticas pueden tejer acuerdos importantes. Confiamos en que temas que este Plan da gran importancia, como por ejemplo la electromovilidad, el hidrógeno, el cannabis medicinal, la economía del conocimiento o la bionanotecnología, puedan seguir esa trayectoria.
P.: ¿Cómo será la tarea para lograr el desarrollo económico del interior como visión federal y romper con la hegemonía de Buenos Aires (AMBA) en tanto centro de mayor concentración de la economía?
D.S.: Uno de los objetivos generales del Plan Argentina Productiva 2030 es crear 2 millones de puestos de trabajo de calidad en el sector privado para 2030, lo que da un promedio de unos 220.000 por año. Y ese objetivo se complementa con otro, que es que al menos un 70% se creen fuera del AMBA. Si solo crece AMBA pero el resto del país sigue igual, no estamos haciendo bien nuestro trabajo.
Por un lado, hay muchos de los temas presentes en las 10 misiones productivas que tienen una clara vocación federal. Por ejemplo, el desarrollo del hidrógeno producido en base a energía eólica tendrá gran impacto en las provincias patagónicas, que se caracterizan por tener los mejores vientos del mundo. Adaptar la producción de alimentos para el siglo XXI tendrá particular atención en todas las provincias, especialmente en las regiones del NEA, NOA, Cuyo y Pampeana, que es en donde hoy se concentra la producción de alimentos.
El impulso a la minería tiene un gran impacto federal: hoy más del 95% del empleo del sector se da fuera del AMBA, particularmente en provincias como Santa Cruz, San Juan, Catamarca, Salta y Jujuy. Avanzar con celulosa y papel puede tener gran potencial en el Litoral. Desarrollar la industria naval -que hoy está en el mayor nivel de empleo en 5 años- viene teniendo gran impacto en una ciudad como por ejemplo Mar del Plata, y la expectativa es que eso se consolide en el resto de la década. Los hidrocarburos offshore pueden ser una gran palanca adicional para ello. Por su parte, el desarrollo exportador en Vaca Muerta y en turismo también tienen enormísimo impacto federal.
Asimismo, en sectores en donde hoy el AMBA es el protagonista central -como por ejemplo economía del conocimiento- queremos una creciente federalización, para lo cual hacen falta incentivos concretos de política pública. Y lo estamos haciendo: la nueva ley de economía del conocimiento brinda mayores incentivos fiscales a quienes incorporen personas provenientes de provincias más rezagadas, como por ejemplo las del Norte Grande. Eso, más el hecho de que la pandemia impulsó el trabajo a distancia, permitió que el empleo en software creciera en cada una de las 24 provincias en los últimos dos años. El desarrollo de parques industriales, una política abandonada durante el gobierno anterior, también va en la dirección de federalizar el aparato productivo: desde 2020 se otorgó financiamiento a 71 parques por casi $4.000 millones, para obras de infraestructura.
P.: En los últimos años los recursos naturales se convirtieron en uno de los temas centrales de debate a nivel mundial . ¿Cómo se inserta el programa en la agenda verde internacional y qué propuestas tiene con energías renovables y el hidrógeno verde, donde Argentina muestra un gran potencial?
Daniel Schteingart: La cuestión ambiental es un eje vertebral del Plan Argentina Productiva 2030. El cambio climático es un gran desafío al que debemos afrontar, y a su vez hay muchos impactos ambientales locales derivados de la producción que debemos mitigar. Hay una creciente conciencia ambiental en parte de la ciudadanía, que es muy bienvenida, y a la que debemos dar respuesta transformando nuestro aparato productivo, sin destruir puestos de trabajo sino todo lo contrario, con la gente adentro. Esto se logra, por ejemplo, a partir de la planificación de una transición energética justa que cuide a las y los trabajadores y fomente la industria nacional y el fortalecimiento de la cadena del reciclado para promover la inclusión de las y los recuperadores urbanos y hacer más eficiente a la producción argentina.
En todas las misiones productivas la cuestión ambiental está presente, especialmente en cuatro de ellas la dimensión ambiental es su razón de ser. Es el caso de la misión de desarrollo de la economía verde para una transición ambiental justa, a partir del fomento al hidrógeno, los proveedores de energías limpias, la eficiencia energética y la economía circular. También lo es en la de impulso a la movilidad eléctrica, de adaptación de la producción de alimentos a los desafíos del siglo XXI (uno de los cuales es el cambio climático) y de la de desarrollo de la minería con estrictos controles ambientales.
La minería es un insumo clave para la transición energética y la digitalización de las sociedades: un vehículo eléctrico requiere varias veces más cobre y litio que uno convencional, un molino eólico demanda mucho más cobre que una central térmica convencional y los artefactos electrónicos requieren una gran diversidad de minerales como litio, cobre, oro, plata, etc.
Fuente: Ámbito
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