Opinión

Geotermia, valioso patrimonio del NOA

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Ricardo Alonso

Las aguas termales son un regalo de la naturaleza.

Desde la antigüedad fueron motivo de asombro y a lo largo del tiempo se aprovecharon con distintos fines, desde la sencilla balneoterapia a la sofisticada obtención de energía geotérmica.

El NOA está lleno de aguas termales que van desde las históricas de Rosario de la Frontera hasta los modernos complejos hoteleros de Río Hondo. Las hay en todas las provincias geológicas, desde la Puna volcánica hasta las llanuras orientales. Con aguas de distintas composiciones, temperaturas, caudales, propiedades físico – químicas, radiactividad, altura sobre el nivel del mar, marcos geológicos y fisiográficos, en fin desde pequeños ojitos templados a manantiales hirvientes.

Existe una profusa literatura desde mediados del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, pero muy dispersa y asistemática. Especialmente trabajos químicos, geológicos y médicos. Valga citar los análisis químicos de Max Siewert y Federico Schickendantz, la monumental obra de Eliseo Cantón, los estudios de la radiactividad del francés Mauricio Thierry, los aportes geológicos de Luis Brackebusch, Juan Rassmuss y muchos otros.

No existe a la fecha un estudio histórico que trate este tema: una línea de tiempo, una bibliografía comentada. Y no es fácil ya que en la bibliografía geográfica, histórica o geológica las aguas termales han sido tratadas en forma tangencial. Independientemente de ello, debe hacerse lugar a un esfuerzo enorme y casi desconocido que se llevó a cabo en la Universidad Nacional de Salta en las décadas de 1970 y 1980 con un intenso programa de investigaciones geotérmicas bajo la dirección del Dr. Carlos Hipólito Moreno Espelta. Ese programa fue una bisagra transicional entre los viejos y los nuevos estudios que se llevan actualmente. Moreno Espelta estudió en La Plata y fue uno de los maestros de la geología salteña. Junto a Marcelo Figueroa Caprini, Domingo Jakúlica, Antonio Igarzábal, Juan Miguel López Escribano, César Pagés, Jorge Daud, Eduardo Briatura, entre otros, formaron parte del viejo claustro de la Facultad de Ciencias Naturales de Salta, cuando dependía de Tucumán, hasta la creación de la UNSa por el presidente Alejandro Lanusse en 1972.

Moreno Espelta fue mi profesor de Introducción a la Geología en 1973. Él tenía en la cátedra dos ayudantes alumnos que eran Eduardo Carbajal y Julio E. Arias. Ambos debían realizar sus tesis profesionales y Moreno les sugirió como tema dos quebradas de la sierra de la Candelaria en Rosario de la Frontera: la Cueva del Negro y Las Bateas. Me apunté como ayudante alumno y acompañé los numerosos trabajos de campaña que fueron muy enriquecedores en mi temprana formación, ya que en aquellas quebradas estaban algunos de los mejores afloramientos de rocas cretácicas y terciarias de la región del sur de Salta. En 1975 se dio inicio en el entonces Departamento de Geología de la UNSa al programa de investigación “Estudio de los Recursos Geotérmicos del NOA”. Y ese mismo año ingresé como ayudante alumno de investigación, lo que constituyó mi primer cargo oficial rentado para el periodo 1975-1976. Las investigaciones avanzaron rápidamente y un primer trabajo se publicó en el marco de ese programa y fue: “Geología del área termal de Rosario de la Frontera y sus posibilidades geotérmicas”, presentado y publicado en las actas del II Congreso Ibero-Americano de Geología Económica (T. IV, pp. 543-560, 1975, Buenos Aires), firmado por Carlos Moreno Espelta, José G. Viramonte y Julio E. Arias.

Ello sería el principio de una larga lista de investigaciones científicas sobre las aguas termales de la región, publicados en revistas y congresos o en informes inéditos, que superaron el medio centenar de contribuciones.

La revista jujeña

Una figura central en el programa geotérmico fue Ángel Chávez, peruano radicado en Salta y graduado en geología en la UNSa. Él firmó la mayoría de los trabajos que se hicieron en aquel período. También fueron parte como autores o coautores, en unos u otros trabajos, los geólogos Enrique Chalabe, Aurora Benavidez, Oscar M. Suárez, Miguel A. Galliski, Beatriz Coira, Alfredo Fuertes, entre otros.

Asimismo es importante señalar que si bien se publicaron artículos en varias revistas y congresos, el medio que abrió generosamente sus puertas para la edición de la mayoría de los trabajos fue la “Revista del Instituto de Ciencias Geológicas” de la Universidad Nacional de Jujuy.

En dicha revista aparecieron en 1978, volumen 3, dos trabajos: Uno sobre las aguas termales de El Sauce (Dpto. General Gemes), páginas 97 a 118, y otro sobre las termas de Reyes en Jujuy (páginas 161-173). En el volumen N´ 4 de 1981, páginas 85 a 97, se publicó la geología del área termal de El Ceibal en La Candelaria (Salta), uno de los escasos trabajos sobre ese lugar. Mientras tanto se iban estudiando todas las áreas termales de la región y se escribían los informes técnicos correspondientes.

En 1987 se publicó el volumen número 7 de la mentada revista de Jujuy, casi dedicada en su mayor parte a los trabajos de geotermia de los investigadores de la UNSa. Así, entre las páginas 21 a 36 aparece el trabajo sobre el área termal del Río Luracatao (departamento de Molinos, Salta); entre las páginas 37 a 53 el reconocimiento geotérmico del área Socompa en la Puna salteña; entre las páginas 55 a 77 la geología del área termal de Puesto Viejo en el departamento El Carmen (Jujuy).

Finalmente, entre las páginas 135 a 149, un estudio de prospección geotérmica en la comarca de El Galpón (departamento Metán, Salta). En el número 9 de la misma revista de Jujuy, fechado en 1993, entre las páginas 33 a 46, salió publicado el estudio del área geotermal de Saladillo, la cual se encuentran cerca de Cobos y a pocos cientos de metros de la ruta. Son unas de las más cercanas a la ciudad de Salta. Y también en el mismo número, entre las páginas 47 y 62, un estudio hidrogeológico sobre el sistema geotermal de Las Cañas en el departamento de Anta (Salta).
Como se aprecia se publicaron en la Revista de Geología de Jujuy ocho trabajos correspondientes a las áreas termales de El Sauce, El Ceibal, río Luracatao, Socompa, Puesto Viejo, El Galpón, Saladillo y Las Cañas.
El ya citado grupo de autores dio a conocer en 1980 la geología del área termal de Cachipunco (Dpto. Santa Bárbara, Jujuy), pero esta vez en la revista de la Asociación Geológica Argentina (XXXV, 4, pp. 557-569). Y ese mismo año de 1980 otro trabajo en el Acta Geológica Lilloana (Tucumán), sobre las fuentes termales de Pompeya cercanas a San Antonio de los Cobres (Vol. XV, Nro. 2). Un importante estudio sobre el campo termal de la Sierra de Santa Bárbara (Jujuy) fue dado a conocer en el VIII Congreso Geológico Argentino que se llevó a cabo en San Luis (Actas III, pp. 713-732).
Como se mencionó quedaron inéditos muchos informes de síntesis sobre las áreas termales del río Itangue y del arroyo Agua Blanca (Dpto. San Martín, Salta), sobre el cerro Galán y el salar de Antofalla en Catamarca, por mencionar algunos. Moreno Espelta y su equipo de la UNSa fueron pioneros en los estudios geológicos modernos relacionados con campos termales en el norte argentino. Sin desconocer la importancia que en su momento tuvo el proyecto Aquater en Jujuy, especialmente en el área del volcán Tuzgle y los valiosos aportes de sus integrantes entre ellos la Dra. Beatriz Coira.

Rosario de la Frontera

En la década de 1990 deben mencionarse los estudios llevados a cabo en Rosario de la Frontera, por un especialista en el tema, el Dr. Raúl Seggiaro y un grupo de colaboradores formado por los geólogos José Ferretti, Néstor Aguilera y Eduardo Gallardo. También en esas termas se destaca el trabajo realizado por el Lic. Gerardo Márquez para el CFI.
Quien siempre estuvo activo en los estudios de aguas termales es el Dr. José G. Viramonte y, en la última década, con investigadores de la UNSa, entre ellos Agostina L. Chiodi y Walter A. Báez, y un equipo de científicos de varias universidades italianas, como: Roberta Maffucci, Chiara Invernizzi, Franco Tassi, Guido Giordano, S. Corrado, L. Aldega, S. Bigi, L. Di Paolo, P. Pierantoni, entre otros. Más allá de los focos termales de alta temperatura, en el mundo ya se estudia la posibilidad de subvencionar pozos profundos que rescaten aguas calientes para reemplazar a los hidrocarburos fósiles.
Toda una nueva y extraordinaria frontera que se abre en el campo de las energías no convencionales.

Fuente: El Tribuno

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