La minería es una actividad diametralmente diferente al resto de las actividades productivas. Se maneja con variables de un complejo polinomio que abarca un amplio espectro de situaciones en lo económico, social y ambiental. Por ello existe un Código de Minería, que es un código de fondo como los son el Civil, Comercial y Penal. No existen códigos para otras actividades productivas (hidrocarburífera, energética, industrial, agrícola, ganadera, etcétera). Esto lo dejaron claramente establecido los prohombres de la Asamblea del año XIII, cuando el 7 de mayo de 1813, sacaron una ley primigenia y fundadora de la nueva república, que hasta hoy no ha sido superada en su espíritu progresista. Firmaban nada menos que López y Planes, Larrea y Vieytes.
La minería es diferente por muchas razones y es una actividad que goza de una particular complejidad, singularidad y esencialidad. A propósito, en mi libro “Filosofía de la Minería” (Mining Press, Buenos Aires, 2013), decía que la minería es un complejo mecanismo de relojería donde si falla un engranaje falla todo el sistema. De allí que no se pueda hacer un análisis lineal en un tema que tiene múltiples aristas. Albur, azar, contingencia, casualidad, causalidad son algunos de los elementos de la matriz que hace de la minería una actividad única y singular. Ello en razón de que los depósitos minerales encierran una geosemiosis que hay que saber leer filosóficamente como metáforas del tiempo profundo y del permanente reciclaje de la materia en la litósfera.
La minería de Salta ha contado con un acompañamiento gubernamental por muchas décadas que la convirtieron en una Política de Estado. Todos los gobiernos, de cualquier signo político, han acompañado a la minería. Esto debe ser así porque los proyectos tardan muchos años en madurar antes de cristalizar en yacimientos explotables económicamente. De cientos de manifestaciones minerales que los geólogos estudian en el campo, unas pocas se pueden convertir en yacimientos. Pero esos yacimientos, una vez puestos en marcha, generan miles de puestos de trabajo directos e indirectos, generación de divisas y riqueza genuina, mano de obra calificada, crecimiento exponencial, calidad de vida en las comunidades de los proyectos, entre otros aspectos positivamente sinérgicos.
La Constitución de la Provincia de Salta tiene el Artículo 82, “De los Recursos Mineros”, pensado con gran sabiduría, y que reza así: “La Provincia promueve la exploración y explotación de los yacimientos mineros existentes en su territorio, velando por la correcta aplicación y cumplimiento de las leyes. Procura la industrialización de los minerales en su lugar de origen, favorece la radicación de empresas y atiende el mantenimiento y desarrollo de las comunicaciones y energía, en zonas mineras”. Esta política de estado se mantuvo en el tiempo, sin variar, con las distintas administraciones.
Salta cuenta además con un Juzgado de Minas que depende del Poder Judicial. La concesión minera es judicial y la otorga un Juez de Minas. En el caso de Salta, ese rol lo ocupa la Dra. María Victoria Mosmann, una calificada profesional del derecho minero.
El potencial minero de Salta es muy importante en minerales metalíferos, especialmente oro y cobre, así como también en litio. A lo que debe sumarse la minería tradicional de los boratos, sal común, perlita, ónix, áridos, etcétera. La puesta en marcha de proyectos metalíferos o litíferos requiere de inversiones de cientos de millones de dólares. De allí la importancia de la seguridad y estabilidad jurídica que se pone en entredicho cuando a nivel nacional o a nivel provincial se opina livianamente de cambios de leyes, cargas impositivas mayores, estatizaciones y otras cuestiones que ahuyentan las ya frágiles inversiones en un escenario mundial de pandemia. A lo que deben sumarse negatividades varias como el riesgo país, dólar desdoblado, giro reducido de utilidades, carga impositiva pesada, entre otros aspectos.
Dicho de manera sencilla, se necesita de reglas de juego claras para que la minería prospere y genere riqueza genuina y trabajo genuino.
Por Ricardo Alonso
Secretario de Minería y Energía de Salta
Fuente: Oncediario
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