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La industria minera argentina en tiempos de definición

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La industria minera mundial comienza a despertarse de un letargo, consistente en varios años donde reinaron los bajos precios de los commodities, situación que derivó en que los inversores observaran otros segmentos industriales como alternativas a un sector que había experimentado un crecimiento record como consecuencia de mercados emergentes que demandaban minerales en grandes cantidades. Una combinación entre menor crecimiento de las economías emergentes –particularmente de China- en consonancia con un exceso de stocks redundaron en una importante caída en los precios de los metales. En la misma sintonía, políticas económicas más estrictas por parte de la Reserva Federal de EE.UU. llevaron a un retroceso de los metales preciosos, especialmente en el caso del oro.

Como lo demuestra la historia, la industria minera se balancea en ciclos al alza y a la baja: determinar la extensión de los ciclos es una tarea mucho más que compleja para la toma de decisiones por parte de operadores mineros, inversores y otros actores involucrados.

Con el retroceso de los commodities consumado, el primer perjudicado fue el sector de la exploración con recortes presupuestarios medidos en cifras multimillonarias, involucrando a grandes operadores mineros así como a las pequeñas compañías Junior de exploración. Ello deriva, automáticamente, en que el reducido presupuesto exploratorio global se destina a aquellas regiones o países donde se conjugan riqueza geológica, estabilidad jurídica, y políticas de estado sustentables en el tiempo.

De la mano de la recuperación del precio de los metales, pero por sobre todas las cosas por el escenario oferta/demanda proyectadas para las próximas décadas, la exploración comienza a recuperar terreno. Se pronostica una brecha cada vez mayor, con la demanda superando holgadamente a la oferta en la gran mayoría de los commodities. Pero no se limita solo a la relación entre estas fuerzas económicas: en el plano estrictamente minero hay un importante faltante de proyectos world class o de clase mundial que ofrezcan soluciones para las próximas décadas. Y el caso del cobre es, probablemente, el más notorio. De la misma manera, se debe considerar un dato mucho más que relevante: Argentina cuenta con media docena de grandes pórfidos de cobre en etapa avanzada, situados entre los veinte principales proyectos del metal rojo sin desarrollar a escala planetaria.

En Argentina, los grandes yacimientos que entraron en operación en los ’90 y en la década pasada ya han consolidado su producción: se trata de proyectos maduros con horizonte limitado, y en algunos casos ya finalizaron su vida útil como el caso de Bajo la Alumbrera.

Sobre lo planteado en el párrafo anterior, se crea una importante brecha entre los proyectos en producción y aquellos en desarrollo avanzado, independientemente de que son depósitos ampliamente conocidos. En este sentido, Argentina debe retomar rápidamente el camino del incentivo para la exploración, a la vez de que se deben aplicar políticas de fomento que inviten a los inversores a desarrollar más rápidamente los emprendimientos ya identificados.

El fomento de la industria minera debe venir de la mano de políticas de estado sustentables en el tiempo, que permitan previsibilidad, la carta más demandada por el inversor para una industria de riesgo como la minería. El establecimiento de estas bases sienta los pilares para el desarrollo de políticas que avalen el desarrollo minero, que ofrezcan garantías como una definición concreta de la ley de Glaciares. Bien conocido es que nadie quiere desarrollar actividad minera alguna sobre un glaciar, pero la actual normativa frena el desarrollo minero, con el consiguiente impacto en las comunidades y las economías regionales y también a nivel nación.

La industria minera Argentina se encuentra en tiempos de definición, y los encargados de tomar decisiones desde el sector público deberán mostrar que minería es un sector que es factor de desarrollo y transformación, con un importante impacto económico que permita el ingreso de dólares genuinos puestos al servicio de la producción.

Fuente: Panorama Minero

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