Historias

Con antepasado en común

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Enriqueta Sabatié (70) y Jorge Finnemore (63) son descendientes de “próceres” mineros que desembarcaron en la provincia de San Juan. Ambos relatan cómo es pertenecer a una familia que marcó un antes y un después en la historia de la actividad minera local.

Los dos tienen algo en común y es que en sus árboles genealógicos aparecen parientes que hace un siglo atrás fueron relevantes para la minería sanjuanina. El bisabuelo de Enriqueta, Francisco Sabatié, fue el ingeniero francés que introdujo el uso del cianuro en la provincia. “Mi abuelo, mi papá y mi hermano también se llaman Francisco”, comenta la mujer que poco pudo indagar de su bisabuelo.

“Yo averigüé algunas cosas, lo que pude. Me puse en contacto con otros parientes, como un primo lejano que se llama Julio Dávila, y es nieto de una hermana de mi abuelo. Vi diarios del año 1910 y le sacamos fotocopias a las páginas que lo mencionaban a mi bisabuelo. Lo que sé es que en la provincia de Salta contrajo paludismo y allí falleció, pero su esposa lo hizo traer al Cementerio de Capital. Tuvo siete hijos, pero solo descendencia de dos, de María Teresa y Francisco. Los únicos Sabatié somos los nietos de Francisco”, detalla Enriqueta, la mayor de cuatro hermanos, dos mujeres y dos varones.

Poco pudo saber de boca de su papá porque tenía apenas unos tres años cuando Francisco Sabatié murió y el abuelo nunca contó demasiado. “Yo sabía que había sido minero y tenía plata. Era un hombre muy interesante y trabajador que vivió junto a su familia en una casa ubicada donde hoy está la Comisaría 1°. Mi papá no era minero, pero sí estuvo trabajando en una mina de alumbre en Calingasta. Se jubiló como secretario de la Municipalidad de Zonda y murió antes de los 70 años. Mi mamá murió hace dos años atrás y ellos estaban separados”, precisa la maestra jubilada que se casó con un militar.

“Mi abuelo solamente se dedicó a gastarse la plata del padre, tenía la casa en Tamberías y en tirada de tabas perdía todo. Mi abuela era muy hacendosa en su casa y murió en 1975. Lo cuidó a él hasta el final, tras el ACV que sufrió”, detalla la madre de tres hijos, dos varones que son ingenieros agrónomos y una mujer que es geóloga. Es la única de la familia que se inclinó por una profesión ligada a la minería. Sus tres hijos le dieron siete nietos.

Un abuelo estricto

Jorge Finnemore (63) es nieto del inglés William Finnemore. No lo alcanzó a conocer, pero sabe que “era un hombre muy prolijo y estructurado y mi papá siguió esa línea, por ende, también nos educó igual. Mi padre murió a los 78 años y era el tercer hijo de los siete que no fallecieron, porque fueron once en total y seguramente los otros cuatro murieron antes de que naciera él. Yo conocí a tres, un varón y dos mellizas. Mi abuelo falleció de una afección al hígado, creo que de pancreatitis. La infancia de mi papá fue muy recta, mi abuelo tenía una biblioteca en su casa, juegos de mesa, de billar y jugaba con los británicos”, precisa el descendiente que vive en el departamento Rivadavia, es asesor municipal y jugó al fútbol durante dos décadas en el Club Sportivo Desamparados.

Con siete nietos y una esposa comerciante, Jorge recuerda que su abuela murió a los 83 años. “A ella la conocí, Celia Cano era una señora común que quería mucho a sus nietos. Tuvieron muchos nietos, pero no sé cuántos. Cuando mi abuelo llegó a San Juan, fue a Barreal y ahí conoció a los Cano y se casaron en Calingasta. Los únicos que portamos el apellido es mi primo hermano Carlos Finnemore (83) y yo. Yo tengo un hijo varón que también se llama Jorge y dos mujeres. Mi hijo continuará la descendencia porque tiene dos hijos varones.

“Mi abuelo ponía las dos banderas en la puerta de su casa para las fechas patrias, ellos vivían por calle Salta antes de Avenida Ignacio de la Roza. Era muy estructurado con los horarios, muy respetuoso con el prójimo. Mi abuela decía que el domingo había que sentarse a comer a cierta hora sí o sí. Era estricto, pero yo estoy orgulloso de mi abuelo porque nos marcó disciplina. No tengo hermanos, soy único hijo porque mi mamá no pudo tener más hijos”, comenta Jorge y sostiene que heredó de su abuelo la pasión por el deporte.

“Fue uno de los fundadores del Huaziul Rugby Club y mi papá jugó al rugby. Mi hijo también fue futbolista y un hermano de mi papá fue excelente atleta en varias disciplinas. Mi papá salió Técnico Mecánico de la Escuela Industrial, trabajó mucho tiempo en el complejo Chocón Cerros Colorados y también en el Dique de Ullúm. Estudió ingeniería mecánica pero no terminó. Murió a los 95 años y mi mamá hace cuatro años atrás, a los 86”, relata.

Hasta ahora, nadie más de la familia tuvo inclinación por la actividad minera. Y lo que recuerda Jorge es “escuchar que la minería era un trabajo duro”, concluye.

“”Los Rostros de los protagonistas de la Industria Minera en San Juan hace 100 años”

Mabel Benavidez de Albar Díaz, profesora de inglés y magister en Historia, es autora del libro “Oro y Plata en la historia minera de San Juan” y expuso extractos de su publicación en la charla abierta “”Los Rostros de los protagonistas de la Industria Minera en San Juan hace 100 años” organizada por la Cámara Minera de San Juan y la Casa Natal de Sarmiento, en el marco de la conmemoración del Mes de la Minería. En su libro rescata la historia de Sabatié, Finnemore y otros.

Acá podés escuchar la charla completa:

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