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El resplandor de Hualilán

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Una crónica de cómo es toda una jornada laboral en el Proyecto Hualilán, ubicado en el departamento Ullúm, que comienza antes de que amanezca y que dura diez horas, excepto para los perforistas que nunca paran la exploración con nueve máquinas que perforan las 24 horas del día.

5.15 am en punto y el geólogo Vicente Sánchez arranca su camioneta 4×4 que en el parabrisas tiene un cartel que dice “Hualilán”. Es el primero en dejar la cabaña del complejo ubicado en Las Flores, Iglesia, donde reside con parte del personal del Proyecto porque el resto ocupa otro alojamiento en la misma localidad. Le gusta llegar antes, revisar que todo ande bien y también desayunar solo. No pasa mucho tiempo y llegan tres camionetas y dos modernas combis que trasladan diariamente a los mineros.

Ingreso al Proyecto Hualilán

Ingreso al Proyecto Hualilán

Únicamente once trabajadores directos de Golden Mining campamentan, más unos treinta de empresas contratistas que son los que no se despegan de las perforadoras cuando les toca el turno. Diariamente, cerca de 150 personas ingresan o están vinculadas al Proyecto, de las cuales unas 40 son empleados directos de la empresa exploradora.

Pleno mes de febrero y ese día, a esa hora, la temperatura era de 14° C. Benévola tratándose de un proyecto minero y es porque está a baja altura, a 1.649 msnm. La condición climática permite que la exploración no se detenga los 365 días del año.

Son cuarenta y cinco minutos de viaje, desde Las Flores hasta el Proyecto. Silencio y una madrugada iluminada por el cielo tapado de estrellas, impacta. Pero más impacta llegar a Hualilán y ver las luces de las máquinas perforadoras en los cerros, custodiadas por un lucero del alba que se ve como en HD y desaparece ni bien amanece.

Los mineros desayunando

Los trabajadores toman el desayuno en un comedor que tiene capacidad para 45 personas y, si hiciera falta para respetar el distanciamiento, pueden usar otro que tiene espacio para una tercera parte del más grande. Antes que el día aclare, Vicente Sánchez, que es uno de los dos geólogos seniors del Proyecto desde la campaña de exploración del 2019, reúne a todos para repasar las tareas del día.

Vicente Sánchez reúne a los trabajadores para comenzar la jornada

Del año 1984 al 2004 se perforaron 157 pozos sumando 17.215 metros, período en el cual no estaba todavía a cargo Golden Mining. En el último trimestre del 2021, y ya en manos de la compañía australiana, hicieron 93 pozos alcanzando 30.000 metros perforados. El plan exploratorio de la campaña actual es perforar 70.000 metros. Al 9 de febrero pasado, se habían hecho 535 sondajes, pasando los 130.000 metros perforados en total en Hualilán y la meta es lograr 200.000 metros al finalizar el primer semestre del año para extender y expandir el recurso.

La charla no fue extensa, duró apenas unos minutos y, cuando terminó, cada trabajador fue directo a su puesto. En el campamento, hay un galpón donde están las cajas de muestras testigos y allí trabajan, en distintos turnos, seis de la docena de mujeres que forman parte del equipo femenino de Hualilán. Son una geóloga junior, cuatro técnicas en Geología y una ayudante. Sin contar que cada tanto se suman estudiantes universitarias para hacer sus prácticas profesionales.

“Quedé después de hacer la práctica debido a mi desempeño”, dijo Antonia Aguilar (28), una de las técnicas geólogas que está en el área de muestreo. Vive con sus padres y, si bien todavía no lo ha planificado, a futuro le gustaría formar su propia familia. “Claramente todo tiene su tiempo, obviamente quiero seguir creciendo en mi trabajo”, dijo la técnica que está deslumbrada con la geología que tiene Hualilán. Antonia asegura que “desde el momento en que empecé a trabajar sentí igualdad, nunca hubo diferencias por ser mujer y estoy muy cómoda”.

Antonia Aguilar

Con sus padres geólogos, pero en la rama del petróleo y la investigación, Mercedes Gallardo (32) lleva cuatro meses trabajando en Hualilán y cree que “fue una cuestión de suerte porque nunca me lo imaginé. Las mujeres vamos ganando más terreno porque somos capaces”, comentó la geóloga junior que en sus días de descanso extraña la rutina laboral “porque te acostumbrás a estar en el Proyecto, a levantarte temprano, estar hasta las cuatro de la tarde haciendo algo y nunca estás sola, siempre hablás con alguien”. Lo que más le gusta de Hualilán es la gente y “la sensación de que acá crecés. Por eso me gustaría mejorar todos los días y tener más responsabilidades. Aún tengo muchas cosas que aprender”, comentó.

Mercedes Gallardo

UN TOUR IMPERDIBLE

En medio de una tranquilidad absoluta, los trabajadores están concentrados en sus tareas y cuando caminan por el campamento, para pasar de un sector a otro, transmiten la cordialidad de buen anfitrión y entre ellos revolotea un clima de compañerismo.

 

“Somos un grupo que siempre vamos todos juntos”, dijo Enzo Bibiloni (33), el estudiante de Geología que quedó contratado tras hacer su práctica y quiere recibirse este año. “Desde chico siempre me llamaron la atención los documentales y publicaciones sobre todo lo relacionado a rocas y minerales, y los coleccionaba”, relató quien que se encarga de ayudar a los geólogos y asistirlos en sus tareas. La historia de Enzo conmueve a todos en Hualilán y, principalmente, a él mismo cuando la relata.  Movilizado por los tiempos difíciles que le tocaron vivir, no puede evitar emocionarse con el recuerdo de su madre que falleció de una enfermedad terminal, y después su padre. “Lo de mi mamá ya lo veíamos venir, estaba enferma y era cuestión de tiempo. Y lo de mi papá fue de un momento a otro”, comentó el segundo de cuatro hermanos que trabajó en lo que saliera y en el poco tiempo que le quedaba seguía estudiando. Obligado por las circunstancias se alejó de los apuntes universitarios y después retomó porque “aspiro día a día a mejorar. Cuando vienen los estudiantes trato de aconsejarlos e incentivarlos para que continúen estudiando y puedan tener un mejor futuro”, señaló.

Enzo Bibiloni

El sol obliga a desabrigarse y antes del almuerzo, que es puntualmente a las 12 horas porque después les toca el turno a los contratistas, Vicente Sánchez salió en su camioneta a revisar el pozo 531, miró detenidamente las muestras extraídas y les dijo a los perforistas que no lo cortaran, sino que hicieran 15 metros más.

“Ahora tenemos, por lo menos, unos tres descubrimientos más asociados que son extensiones de estructuras mineralizadas. Es un depósito que va a tener un tamaño importante y estamos apuntando a incrementar esa cantidad de recursos para que sea una mina explotable económicamente”, decía este geólogo, que se recibió en el año 1995 en la Universidad de San Luis, durante el camino de regreso al campamento.

La perforadora en el Pozo 531

Ahora sí, había llegado el momento de conocer algunos sitios de la propiedad minera que tiene 200 Km2 de superficie. Un mural del siglo XIX que decora el proyecto minero, eso parecen las Ruinas de Hualilán. Las antiguas minas de oro, vestigios de la historia minera de San Juan, hoy son Patrimonio Histórico Provincial. Al contemplarlas es inevitable querer armar un rompecabezas que reconstruya cada pedazo que falta. La parada previa fue en la Rampa Norte. “Se puede usar de cava”, bromeó Vicente Sánchez, mientras observaba ese “monumento” de la explotación subterránea que tiene 325 metros de largo.

Finalizado el tour, el regreso al campamento fue muy cercano al horario del almuerzo. El plato principal, con variedad de ensaladas para elegir, es retirado de la cocina por los trabajadores que se acomodan en el comedor. Algunos prefieren llevarse el postre al sector donde continúan su tarea, para dejar libre el espacio a tiempo así lo ocupan los contratistas.

Los mineros retirando el almuerzo

En una de las mesas del comedor, está almorzando Cristian Molina (38), quien nació y vivió siempre en el departamento Ullum. Lleva dieciséis meses trabajando en Hualilán como ayudante en el área Cortadores y en la de Mantenimiento porque sabe de plomería, electricidad y refrigeración. “Lo principal es ayudar a los geólogos técnicos en el movimiento de cajas. Soy como multifunción y voy aprendiendo muchas cosas. Esto es una experiencia nueva, antes estuve en otros proyectos mineros, pero en obras civiles porque me dedicaba a la construcción, aunque nunca me gustó”, comentó. En sus días de descanso, reparte su tiempo entre la familia y reparar, no muy seguido, heladeras y aires acondicionados.

“Quiero que Ullum también sea un departamento minero porque siempre ha dependido de las cosechas y, como se están perdiendo, la gente no sabe en qué trabajar. A Hualilán han entrado más personas que son del pueblo y estoy convencido de que Ullum tiene que ir para arriba y la minería le aportará mucho”, señaló el primer ullunero que entró a trabajar al proyecto.

Cristian Molina

Cristian Molina

La jornada laboral termina a las cuatro de la tarde y la siesta empezó a asomar. Vicente Sánchez puso un video en la sala de reuniones que mostraba Hualilán desde el aire con imágenes captadas por un dron, mientras explicaba cada área de exploración. “Estamos trabajando en la generación de un recurso que va a ser publicado con los estándares internacionales. La prefactibilidad que tenemos ahora, a partir de un recurso, llevarlo a una factibilidad con todos los parámetros económicos, ambientales y sociales, para lograr el objetivo de ser una mina en producción. El año que viene tal vez consolidemos los recursos para agregarle certidumbre al dato. Entonces, seguramente habrá una campaña de relleno para que esos recursos pasen a una reserva, o sea un recurso probado y real que es garantía de que una mina puede entrar en producción. Seguramente esa etapa estaría definida entre este año y el próximo. Muchos estudios de metalurgia ya garantizan que eso será así porque hay muy buen comportamiento de mineral para extraer con distintos métodos”, detalló el geólogo mientras mostraba datos del Proyecto Hualilán.

En el último trimestre del año pasado, en Hualilán se invirtieron US$8 millones y el proyecto ya tiene más de 20.000 muestras para el laboratorio.

TAREA CUMPLIDA

Anduvo trabajando por varias minas en el país, de norte a sur, y también en Chile y Perú. Es que, desde hace quince años se dedica a la perforación y su inicio fue una casualidad de la vida. “Estaba sin trabajo, había mandado currículos por todos lados y me llamó una empresa de perforación. Yo no tenía idea qué era la perforación y agarré el trabajo por una cuestión de necesidad. Con el tiempo lo fui aprendiendo y me fue gustando hasta que se me hizo carne y por eso estoy acá”, dijo Fabricio Vidal (45) supervisor de Perforaciones en Hualilán. Su trabajo lo describe como una especie de auditoria permanente de la condición de las máquinas para que los trabajos se hagan de forma correcta. “Empecé de ayudante en este rubro, me hice perforista, después me capacité y me hice supervisor”, comentó. Tiene una guardia pasiva permanente en el campamento y no tiene horarios para visitar las plataformas. “Puedo ir ya, a las tres de la tarde, a las ocho de la noche, o en la mañana. Cada turno es de doce horas por máquina y entrega una planilla con los avances, números perforados, los aditivos que se han ocupado y un resumen de los trabajos del día. Yo chequeo que esté acorde a lo que ha pasado en el campo y lo firmamos juntamente con el Jefe Geólogo. La producción siempre la sacamos, ya sea más o menos, y lo importante es que no se lastime nadie”, señaló el supervisor de Perforaciones.

Fabricio Vidal

Fabricio Vidal

A poco de que termine la jornada laboral, Mario Lahoz, gerente de Servicios del Proyecto Hualilán, revisa que todo esté en orden. Su área incluye campamento, logística, mantenimiento, salud y seguridad. Lleva un año y cinco meses en ese puesto que consiste en “darle todo lo que necesite la gente de geología y de perforación, para que puedan desarrollar su trabajo. Todo lo referido al funcionamiento general. Es un lindo desafío porque es un área muy dinámica”, dijo el gerente que desde hace dos décadas se viene desempeñando en lo concerniente a campamento y seguridad en los proyectos mineros.

Mario Lahoz

A las cuatro de la tarde, y después de dejar todo en su lugar, los trabajadores que hacen noche en Las Flores dejan el campamento. Una vez instalados en el hospedaje asignado, esperan la cena que se sirve a las 20 horas.  En El Relincho, uno de los dos alojamientos que alberga a los mineros de Hualilán, justo tocó asado y el postre, como es habitual, fue un dulce regional a elección elaborado en la localidad de Tudcúm.

Tras la cena, regresar a la habitación, descansar y dormir temprano es el plan perfecto porque al otro día muy temprano se repite la rutina laboral.

 

 

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