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Emociones a flor de piel

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Sonia Delgado viene ganándose el afecto de las comunidades mineras locales estando al frente de una de las áreas clave del Ministerio de Minería. En esta nota, conocé de forma más íntima a la funcionaria que se autodefine como de bajo perfil.

En su oficina del Centro Cívico está mañana y tarde. Con el mate, el escritorio vacío de pilas de expedientes porque no puede ver que se acumulen, y el sonido de la música sin importar cuál solamente que le ayude a concentrarse, así trabaja la abogada que vivió en la provincia de Formosa hasta los 17 años.

Parada y pegada a la ventana semiabierta con un cigarrillo en su mano, confiesa que odiaba profundamente los números y que siempre quiso estudiar Abogacía. “Lo único que sé es sacar porcentajes porque los abogados cobramos en porcentajes”, bromea la mujer que, en su función de secretaria de Desarrollo Minero Sustentable, combina oficina con viajes a los departamentos Iglesia, Jáchal y Calingasta, pero también a las comunas Valle Fértil, Albardón y Sarmiento donde hay productores mineros no metalíferos.

Delgado atribuye su vocación por las leyes a la crianza que le dió su padre. Es que ninguno de ellos, ni su papá Juan (83) ni su mamá Georgina (72), eran del palo sino que, ahora jubilados, se dedicaron al rubro comercial.

“Mi viejo era muy estricto, muy machista y nos exigía más a las mujeres que a los varones, así que tuve una educación bastante exigente, recta, como de gobierno militar. En toda mi etapa que me tocó vivir en Formosa no lo entendía porque lo veía como una enorme injusticia y creo que por eso elegí ser abogada. Recuerdo que yo ejercía la defensa de mi hermana que era mayor. Después le agradecí, no el tema del machismo y la diferencia que era notoria e injusta, sino que eso me hizo una mujer fuerte. Yo se lo reclamé durante mucho tiempo y a su explicación le encontré lógica porque me dijo que si tenía una profesión iba a ser independiente y no necesitaría a nadie a mi lado”, detalla la funcionaria que ha llegado a leer hasta cuatro libros al hilo.

Ella dice que el mandato familiar fue “tenés que ser la mejor” y lo cumplió al píe de la letra porque fue abanderada en la primaria, en la secundaria y sus notas universitarias fueron excelentes. “Era una ñoña mal y siempre quería demostrar que yo había estudiado más que los demás. Tenía que llegar a mi casa con 10. De eso se explica también un poco mi obsesión con el laburo. De que me encargan una tarea, un trabajo, y para mí es una misión”, comenta.

Siguiendo el amor

Sonia Delgado fue a estudiar abogacía a la provincia de Corrientes y fue allí donde conoció a un sanjuanino que se convirtió más tarde en su marido durante 17 años y la persona por quien dejó la tierra donde nació. “Nunca pensé que podía llegar a mudarme de provincia, pero yo soy una persona que no siente apegos por nada. El único apego que tengo en mi vida son mis dos hijos varones que tienen 24 y 21 años. El más chico estudia Economía en Córdoba y el mayor trabaja con el padre porque no quiere estudiar y le gustó tener rápido sus propios ingresos. Cuando me divorcié elegí quedarme porque tenía mi vida hecha acá. Mis hijos aman San Juan, no los sacás de acá por nada del mundo. Me siento más sanjuanina que formoseña. Cuando llegué viví en Santa Lucía y después en la casa de mi exsuegro en la Villa América y después donde vivo ahora, en Rivadavia”, relata.

Actualmente no está en pareja y afirma que el príncipe azul no existe porque destiñe. Igualmente, no ha dejado de creer en el amor. “El divorcio no es la tragedia, la tragedia es estar con alguien y una familia transmitiéndole a los hijos que los padres no se quieren”, dice la funcionaria que prefiere que todos le digan Sonia y no doctora (como les dicen a los abogados).

En total son cinco hermanos y ella es la del medio. “Soy la rebelde, tengo una hermana mayor pero que es totalmente diferente a mí. Uno vive en Concordia, Entre Ríos, y los demás están en Formosa, así que mis viejos están acompañados, por suerte. Es que yo los veo cuando puedo pegarme una escapada solamente”, comenta.

Los recuerdos

Habla con un tono muy bajo, y de manera pausada cuando se transporta a su niñez y recuerda lo que más le gustaba. “Lo mejor para mi era ir a la casa de mis abuelos, los padres de mi mamá, en vacaciones. Tenían un campo y una represa. Había un árbol grande con rama gigante que estaba sobre la represa entonces nos subíamos y nos largábamos. Eran mis mejores vacaciones. Me gustaba andar a caballo, en sulqui y si iba en la época de cosecha de algodón, mi abuela me hacía una bolsita para que yo saliera con la gente que cosechaba. Recuerdo levantarme temprano con el olor a pan casero, hecho en horno de barro. Los galpones con jamones, queso, manteca, leche, yoghurt, que todo hacía mi abuela. No había nada que ella no supiera hacer”, detalla.

Su abuela falleció hace poco. Al mencionar la muerte de su abuelo, se detiene un momento porque le gana la emoción. “Él murió cuando yo tenía 17 años y fue una enorme pérdida para mí”, dice con ojos llorosos. Es muy evidente su sensibilidad y no le da vergüenza reconocer que llora “por muchas cosas. Parezco fuerte y lo soy, tengo una parte muy sensible pero no la muestro. Recuerdo a mi abuelo Zacarías y es inevitable emocionarme porque fue un tipo extraordinario”.

En sus recuerdos que le causan dolor está Tomás, el perro ovejero alemán que fue su mascota durante 17 años y la dejó hace dos. “Lo sufrí y me costó muchísimo, lo tuve desde los treinta días de nacido. Lloraba porque llegaba a mi casa y no estaba”, comenta.

La formoseña no podría vivir si trazarse objetivos diferentes cada tanto y reconoce ser una obsesiva del trabajo. La escorpiana cree fervientemente en Dios y asegura que, ante todo, es mejor hacer porque “si tenés la posibilidad de tener esos diez segundos que dicen que tenemos antes de morir, que te pasa la película de tu vida y hacés el balance, no quisiera arrepentirme de cosas que no hice, prefiero hacerlas y equivocarme. La mejor religión es ser buena gente. Dejemos de mirar para otro lado cuando podemos ayudar”, sostiene la creyente en la reencarnación.

Delgado quisiera que la recuerden como una persona solidaria, honesta y como alguien que siempre buscó la justicia en todos los aspectos. “¿Cómo quisiera verme yo a futuro? La verdad no me lo he imaginado. Me gustaría verme realizada, creo que me faltan muchas cosas por hacer todavía, tengo muchas metas por cumplir. En el lugar que me toque estar creo que todos podemos aportar lo mejor de nosotros mismos y yo he tratado de hacerlo siempre. Me gustaría verme satisfecha con la vida que hice”, concluye.

Ping Pong

Libro: “Me gustan muchos, uno de ellos es Siddhartha de Hermann Hesse”

Una película: “Los dos Papas. Me gustan mucho las películas de Disney, las disfruto. Y me gustó mucho ‘Amar, comer, rezar’”.

Lugar en el mundo: “Viajaría mucho, el máximo posible, pero tendría como base San Juan”

Música: “No tengo género preferido, siempre escucho música. Hice toda mi carrera con música, estudié con música y trabajo con música. Puedo mencionar a Abel Pintos, Las Pelotas, Red Hot Chili Peppers. Vangelis, Il Divo”.

Comida: “Me encanta la milanesa con puré o con ensalada, y los huevos fritos”

Equipo de fútbol: “Soy de Boca Juniors”.

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