País

Argentina, ¡país generoso!

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En 1997, en un programa de televisión conducido por Jorge Rial, “El Paparazzi”, se desarrollaba un diálogo entre el conductor y una señorita vestida con el mapa de nuestro país, que finalizaba con aquella frase, “Argentina, ¡País Generoso!”.

Sin dudas, durante muchos años, esa frase ha sido acuñada por muchas personas con distinto sentido. Por eso, en esta ocasión, me permito utilizarla para elaborar esta nota, refiriéndome a lo que más conozco (al menos eso creo), que es la minería.

Se han escrito muchos artículos periodísticos, gacetillas, discursos, opiniones, posteos, informes y también trabajos científicos referidos al potencial minero de nuestro país. A favor y en contra, defendiendo la actividad y denostándola, resaltando los beneficios que brinda a la sociedad y destacando lo demoníaco que es tener actividad minera en nuestro territorio. En fin, siempre (¿siempre?) una de cal y una de arena (¡oh casualidad!, la cal y la arena son productos minerales).

Pero volviendo al título que pensé para este artículo, y en vísperas de un nuevo festejo (¿festejo?) por el Día de la Minería, me permito compartir con ustedes, amigos lectores, algunas reflexiones:

El 7 de mayo, como todos sabemos, se celebra el Día de la Minería Argentina en coincidencia con la aprobación de la primera ley de fomento minero sancionada por la Asamblea del Año 1813. Ese fue el punto de partida para el desarrollo minero de nuestro país, que se vio enormemente potenciado durante la gobernación y presidencia de Sarmiento.

La Ley de Inversiones Mineras, sancionada casi dos siglos después, vino a traer un mensaje optimista para quienes amamos la profesión de ingeniero de minas en particular, y para quienes desde otras disciplinas contribuyen con su esfuerzo al desarrollo minero.

Por fin comenzaría la etapa de la gran minería metalífera en Argentina. Se desarrollarían aquellas comunidades social y económicamente relegadas, habría fuentes de trabajo genuinas, en blanco, con salarios a la altura de los estándares internacionales, que permitirían una mejor calidad de vida para nuestros compatriotas y que significaría el despegue definitivo de la actividad.

Vaivenes económicos (alzas y bajas en los precios de los commodities) y políticos (sanción de leyes, decretos e incluso resoluciones), que echaron por tierra la estabilidad jurídica y tributaria que permitía la ley, se trasladaron a la industria minera, y alternamos años de esplendor con años de decadencia en la actividad.

Hoy, en un escenario mundial jaqueado por un virus que no discrimina raza, credo, estatus económico o saberes, la minería en nuestro país ha sido una de las primeras actividades declaradas esenciales para que la rueda de la economía siga girando, aunque algunos “palos” detienen su giro de tanto en tanto.

“Toda crisis representa una oportunidad”, frase que no me pertenece, pero que cobra vital importancia ante la situación del mundo y de Argentina.

El potencial geológico minero de nuestro país es inmejorable, tenemos “apenas” un puñado de grandes minas en etapa de producción, una “importante” cantidad de proyectos en diferentes etapas de desarrollo, y una destacada cantidad de proyectos exploratorios que seguramente alumbrarán nuevos desarrollos y nuevas minas. Las cales, el cemento, los áridos, las bentonitas, los caolines, las pegmatitas y el codiciado litio también forman parte del potencial geológico minero que nos brinda este país, por eso es que me permito utilizar aquello de “¡país generoso!”.

Personalmente creo que los últimos gobiernos, a nivel nacional, han sabido darse cuenta que la minería dentro del contexto económico que vivimos, es una oportunidad para atraer inversiones, recibir dólares frescos, generar fuentes de trabajo y también recibir beneficios en materia de impuestos y regalías. Pero aquellos vaivenes a los que me refería en anteriores párrafos, no han servido para garantizar las inversiones, el trabajo y los beneficios. En ocasiones los han espantado, incluso cuando algunos funcionarios realizan manifestaciones que van a contramano de las que hace un presidente, un gobernador o algún funcionario de segunda o tercera línea, y en ocasiones, los legisladores o la justicia, dan mensajes contradictorios. ¿Ejemplos? Sabrá el lector determinar a qué/quiénes me refiero.

Cinco mil kilómetros de cordillera, la Meseta Patagónica y un importante sector de la Puna, representan una inmejorable oportunidad “post pandemia”, para que la Argentina se convierta en un importante proveedor de materias primas minerales, y por qué no pensarlo, en productos minerales con valor agregado para el mundo.

Se necesita decisión política desde el Estado Nacional, acompañamiento de los estados provinciales y que la política no piense con una urna en la cabeza sino mirando las necesidades de las personas, para potenciar el desarrollo minero en nuestro país, junto con el resto de las actividades agropecuarias e industriales. Durante el período de aislamiento, con numerosas actividades interrumpidas, ha quedado claramente demostrado que las fuentes de trabajo son altamente necesarias para que las personas puedan alimentarse, vestirse, educarse y también para gozar de esparcimiento.

“…Cinco mil kilómetros de cordillera, la Meseta Patagónica y un importante sector de la Puna, representan una inmejorable oportunidad “post pandemia”, para que la Argentina se convierta en un importante proveedor de materias primas minerales, y por qué no pensarlo, en productos minerales con valor agregado para el mundo…”

Quiero ser optimista y pensar un futuro donde el escenario mundial, y especialmente el de Argentina, nos deje inversiones, proyectos cada vez más cerca de convertirse en minas y una poderosa razón para festejar alborozados el Día Nacional de la Minería.

Para quienes sentimos pasión por la actividad, tenemos el enorme desafío de acompañar ese crecimiento, criticar si consideramos que el camino es errado, y seguir siendo partícipes de la construcción y desarrollo de los diferentes emprendimientos mineros.

Para finalizar, me gustaría (una vez más), recordar palabras del Gran Maestro cuando citaba en su artículo “La Legislación y las minas” de 1842: “Tal es la situación industrial en que el Gobierno ha encontrado a la provincia: un montón de ruinas, los capitales destruidos, el comercio paralizado por falta de un producto que le sirva de base, e imposibilitado por la obstrucción e inseguridad de los caminos. Millares de hombres han consumido sus pequeños capitales, permaneciendo dos años con los brazos cruzados, sin la esperanza siquiera de trabajar en ramo alguno de los conocidos. Tal situación seria de desesperar, si la naturaleza no ofreciera un camino nuevo por donde salir de este estancamiento: las minas.”

(*) Doctor e Ingeniero en Minas

Profesor Titular Fac. de Ingeniería UNSJ

Secretario CADIM

Fuente: Prensa Geominera

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