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Por qué la industria minera fomenta el crecimiento de las comunidades

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El año pasado, el sector generó 3.800 millones de dólares de exportaciones y tributó 30.000 millones de pesos. A esto se suma su aporte al entramado productivo de las comunidades de las zonas mineras.

La actividad minera suele desarrollarse en lugares alejados de los grandes centros urbanos, constituyéndose en una de las principales fuentes de recursos al erario público y a las economías locales.

Cuando se mide el aporte de la minería debe pensarse en su protagonismo como sexto complejo exportador, que generó 3.800 millones de dólares de exportaciones en 2018 y tributó 30.000 millones de pesos durante ese año. Se trata de ingresos en concepto de IVA, Ganancias, Derechos de exportación, regalías, seguridad social, y otros tributos.

En paralelo, estos aportes se ven además reflejados en las comunidades de las zonas mineras. Recordemos que la actividad suele desarrollarse en lugares alejados de los grandes centros urbanos, constituyéndose en una de las principales fuentes de recursos al erario público y a las economías locales. En este sentido, es fundamental que el aporte de la actividad minera al desarrollo se analice multidimensionalmente, teniendo en cuenta su influencia en la microeconomía y su articulación con el entramado productivo.

Cuando se habla de inversiones mineras, se debe hacer referencia a que se trata de ingresos que, en un gran porcentaje, llegan en forma directa a las comunidades. Las compras y contrataciones se efectúan, mayormente, con proveedores locales, generando aportes para las pymes regionales, sus trabajadores y sus familias. Por su parte, en cuanto a las contrataciones directas de personal, hay que destacar que se trata de un beneficio en materia de capacitación, realizada por las empresas con el fin de potenciar las oportunidades de empleabilidad de la mano de obra local.

Centro del entramado productivo

Desde las primeras etapas de un proyecto, incluso antes de la construcción de sus primeras instalaciones, las empresas constituyen el centro de una red de contratistas y proveedores locales de bienes y servicios que movilizan toda una cadena de valor. Este entramado establece la articulación del propio sector, a la vez que se constituye en el núcleo sobre el cual se van desarrollando los establecimientos mineros.

Según lo ha explicado por Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), “entre el 75% y el 80% de las compras de bienes y servicios por parte de las mineras son realizadas en el mercado doméstico, a proveedores enmarcados mayormente en el segmento pyme. El sector ha realizado, en los últimos años, un trabajo articulado con las firmas locales y con el Estado para potenciar el compre local”.

Un caso de éxito, fruto de este trabajo coordinado, es el haber logrado la sustitución de algunos insumos importados. Esto ocurre, por ejemplo, en el caso de las bolas de molienda, un insumo vital para las mineras que hasta hace unos años solía adquirirse en el exterior. Su fabricación requiere un complejo proceso técnico para asegurar su calidad. A fin de garantizar un estándar acorde a las necesidades de la industria, se llevó a cabo un proceso conjunto entre fabricantes, el INTI, especialistas y usuarios finales. El proyecto fue impulsado por la Secretaría de Minería de la Nación, con el apoyo de CAEM. La calidad del producto logrado fue tan buena que se le abren las puertas para que incluso pueda exportarse.

Desarrollo económico federal

La industria minera cumple un rol fundamental en el desarrollo económico de varias provincias que han sabido aprovechar sus recursos. Puede tomarse como ejemplo su importancia en la provincia de San Juan, donde impulsa el 78% de las exportaciones provinciales, genera casi 10.000 puestos de trabajo directo y moviliza el desarrollo local: solo en Iglesia (9.141 habitantes) y Jáchal (21.812 habitantes), en 2017, Veladero realizó compras locales por 13,7 millones de dólares y, en 2018, 11,5 millones de dólares, a noventa proveedores de comunidades.

También en Santa Cruz, donde la explotación de minas y canteras presenta el 37% del PBG provincial y la minería crea más de 20.000 fuentes de trabajo.

Sustentabilidad: Pensar a largo plazo

La minería en el país ha lanzado sucompromiso de ser una actividad productiva socialmente sustentable. Esto significa pensar más allá de los límites temporales del emprendimiento e impulsar proyectos productivos que generen un sostén económico a la comunidad, incluso tras el fin de las operaciones y el cierre del proyecto.

Lograrlo requiere una planificación tripartita entre las empresas, el sector público y los ciudadanos, avanzando sobre directrices definidas en conjunto, con miras a mejorar la calidad de vida actual, pero fundamentalmente, con el objetivo de crear las condiciones para que las futuras generaciones puedan desarrollarse.

Las empresas mineras en el país piensan hoy en términos de inversión social y, cada vez más, se involucran más activamente en la planificación del uso de los fondos que aportan al Estado nacional y los Estados provinciales. Se trata de garantizar que dichos aportes generen el impacto previsto, pero, fundamentalmente, que se constituyan en la expresión de un compromiso corporativo que requiere de una visión de futuro y de una voluntad de consenso.

En este sentido, un ejemplo es el programa de fortalecimiento de los productores agrícolas de Jáchal e Iglesia (San Juan), destinado agenerar mejores fuentes de empleo. Esta iniciativa, -generada por Veladero- destina fondos para el sostén y mejora de la producción agrícola. El éxito de este programa demostró que, lejos de reemplazar actividades tradicionales, la industria minera ayudó a fortalecer los entramados agrícolas en su propio lugar de origen. En el 2019, el programa permitió comercializar más de 306 toneladas de cebolla con destino a comedores institucionales, el mercado nacional e incluso algunos productores comenzaron a exportar producto a Brasil.

Toda la variedad de acciones de inversión social tienen en común la necesidad de diálogo y generación de lazos de confianza entre todos los actores (comunidad, Estado y empresas mineras). En este trípode, cada una de las partes tiene su rol en la construcción de un desarrollo sostenido y sustentable. Este es el desafío que el sector minero ha comenzado a abordar con resultados positivos.

Fuente: Clarín

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